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domingo, 15 de febrero de 2015

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Montoro lo sabe todo de Monedero

El titular de Hacienda se ha visto asediado esta semana por el fuego cruzado de una oposición que le acusa de hacer un uso partidario e irregular de los datos fiscales de que dispone para presionar a sus adversarios. Al frente del batallón se ha distinguido el diario 'El País'. Porque Cebrián salió escaldado del despacho de Montoro en diciembre de 2013, dispuesto a tomarse cumplida revancha en cuanto la ocasión se presentara. 

Dicen que Juan Luis Cebrián acudió en diciembre de 2013 al despacho del ministro Montoro, en el caserón de Alcalá casi esquina a la Puerta del Sol, dispuesto a pedir árnica fiscal para un Grupo Prisa sumido en aguda crisis, crisis que otro miembro del Gabinete, la vicepresidenta Soraya, estaba ya por aquel entonces pilotando para evitar que se convirtiera en terminal, y que la cosa se torció, que la charla se agrió, y que en un momento dado don Cristóbal abrió un cajón de su mesa de despacho y extrajo de él un fajo de papeles con las declaraciones de la renta del ilustre progre que lleva años ganando un montón de pasta –más de 13 millones en 2011, de acuerdo con el destape efectuado por el propio grupo ante la SEC norteamericana, y cifras de entre 5 y 10 millones el resto de ejercicios-, mientras Prisa se desangra y se vende al mejor postor, y prácticamente se lo lanzó a la cara. Al ministro le jode mayormente que los periodistas del establishment prediquen desde sus púlpitos contra los rigores de la Hacienda Pública, siendo así que ganan varias veces lo que el titular de la cosa. Lo sacó a relucir el propio Montoro este lunes ante el director de ABCBieito Rubido, en 'Los Desayunos de la 1': “Se erigen en representante de las clases medias, pero usted no es clase media. Seguro que gana más que el ministro que está aquí…” Bieito, prudente como buen gallego, prefirió plantear honrosa retirada antes que problemática batalla y calló.
El incidente contribuyó a difundir ese cierto afán pendenciero que estos días empaña la imagen de nuestro sheriff de Nottingham, obligado no solo a bailar con la más fea de reducir el déficit público en un entorno de crisis económica brutal y descrédito de las instituciones, sino a enfrentarse a la enemiga de unos medios de comunicación en ruinas que, lejos del papel de Robin Hood, también le consideran enemigo a batir. El titular de Hacienda, en efecto, se ha visto asediado esta semana por el fuego cruzado de una oposición que le acusa de hacer un uso partidario de los datos fiscales de que dispone para presionar a sus adversarios. Dirige el batallón de papel el diario El País del viejo camarada Cebrián, porque Cebrián salió escaldado del despacho de Montoro en diciembre de 2013. Muy quemado. Y dispuesto a tomarse cumplida revancha en cuanto la ocasión se presentara. La esquizofrenia de Prisa se manifiesta hoy en la redoblada apuesta por un PSOE en horas bajas (enorme la operación de esta semana que ha acabado con la cabeza del genio de Parla en la bandeja de Pedro Sánchez, urdida por ese “genial organizador de derrotas” que es Alfredo Pérez Rubalcaba, de nuevo su culo en la sede de Ferraz, y por el geniecillo conspirativo de Cebrián, el dúo de la bencina, como en los mejores tiempos de la Transición), y en el seguidismo absoluto en lo económico, al dictado del Gobierno Rajoy y del Consejo Empresarial de la Competitividad (CEC) que dirige César Alierta. Son los fielatos de la deuda.
“La oposición acusa a Montoro de bordear la ley al usar datos fiscales” (…) “El PSOE asegura que el ministro es un filtrador profesional a su conveniencia política”. La polémica ha ganado volumen hasta saltar a las tertulias de café a cuenta del episodio protagonizado por Juan Carlos Monedero, el número tres de Podemos, con sus declaraciones fiscales tras la intervención del ministro en el lance. Se puede discrepar más o menos de la labor del gran recaudador, pueden caer mejor o peor sus perennes risitas, pero es evidente que Cristóbal Montoro tenía y tiene razón en este punto. El ideólogo de Podemos, esta especie de nuevo Lenin dispuesto en pleno siglo XXI a vendernos las baratijas ideológicas del materialismo dialéctico hegeliano bañado en las aguas del Orinoco sin haber entendido a Hegel, ha quedado como Cagancho en Almagro. 
Porque, alarmado por una frase del ministro recordándole la obligación de cumplir sus obligaciones fiscales, como todo hijo de vecino, el tipo acude a un mitin y se viene arriba, se dispara, y dice aquello de “no te tengo miedo”, y Montoro vuelve a saltar al ruedo para recordarle que pague lo que debe, y el aludido responde que lo tiene todo en regla, pero no lo tenía, resulta que no, que tiene que regularizar con una complementaria (divertida la explicación del partido: “Es la versión mejor para Hacienda”, como si hubiera otra) y cerrar el pico. Y desaparecer de la escena, pero no irse a casa, porque así es nuestro Vladímir Ilich.
Rubalcaba y el corte de pelo del genio de Parla  
El miedo a Podemos entre la gente principal del establishment está provocando algunas muy interesantes operaciones que, tras la hojarasca de la pelotera mediática que agita Cebrián, transitan estos días por las alcantarillas del Estado de Derecho. Nada hay más temible para la alianza entre la clase política y el mundo del dinero que la aparición en pleno banquete de un invitado inesperado, casi un rufián mal vestido  y peor encarado, dispuesto además a voltear el orden establecido y no dejar títere con cabeza. Entre gente de peso tanto del PP como del PSOE hace tiempo que se vienen celebrando encuentros discretos presididos por la necesidad de frenar al invasor y buscar alternativas. Preservar el duopolio. Y de hecho una de las explicaciones más sugestivas que circulan sobre el corte de pelo en seco que el trío Rubalcaba-Sánchez-Cebrián le hizo esta semana al genio de Parla es que Tomasín era una bomba de relojería dispuesta a perder en Madrid, as usual, pero listo para llegar a cualquier tipo de pacto con Podemos que hubiera permitido, sin el control de Ferraz, gobernar tanto en la Comunidad como en el Ayuntamiento a los amiguetes de Maduro.  
De modo que se moviliza Ferraz y otrosí hace Moncloa. La vicepresidenta Sáenz de Santamaría se ha hecho cargo de las operaciones selectivas destinadas a chamuscar la opción Podemos ante los eventos electorales que se avecinan. Salió Soraya y mandó a parar. Que nadie se mueva. Que nadie filtre un papel. Esa es una operación que está dirigiendo personalmente su equipo, con la eficaz ayuda del Centro Nacional de Inteligencia, que es quien estaría suministrando el “material” publicable, que ya se sabe que esto del periodismo de investigación vive hoy horas tan bajas como el propio periodismo. Las revelaciones sobre los ingresos en las cuentas de Monedero efectuadas esta semana por un periódico conservador de Madrid parecen tener ese origen. ¿Escandaloso? Bueno, en el estadio de sálvese quien pueda en que nos hallamos, lo realmente novedoso en materia de escándalos, aterrador incluso en tanto en cuanto amplifica los perfiles del desastre español, es que los señores que, receta chavista en mano, venían dispuestos a salvarnos de la corrupción, están demostrando que estaban ya corrompidos sin haberse acercado siquiera a los dinteles del poder. Hoy, tanto Iglesias, como Monedero, como Errejón, como Bescansa, tienen ya todos “caso” propio, para emparentar con esa casta castuza que ha hecho de España el erial que a tantos resulta insoportable.
Lo cual plantea la posibilidad de que el lenguaraz ministro Montoro, azote de Cebrianes y otros golfos de buen vivir, sea apenas una víctima colateral de esa gran operación contra el chavismo hispano que discurre por las sentinas del Estado, montada por unestablishment que se niega a regenerarse y defiende el statu quocon uñas y dientes. El ministro se explica ante Vozpopuli: “Alejémonos de los árboles y tratemos de ver el bosque de una legislatura muy difícil, porque esto ha sido terrible, que no es lo mismo llegar al ministerio cuando la recaudación fiscal crece al 15% que cuando está cayendo al 10% o casi. La situación era tan crítica que nos ha obligado al mayor recorte del gasto público jamás acometido por ningún país, con excepción de Grecia. ¡Es que en las Administraciones Públicas se han perdido 400.000 empleos! Y esta situación te obliga, me obligó, a ponerme muy duro en la persecución del fraude. Y claro que sí, el ministro tiene la obligación de conocer las bolsas de fraude y quién defrauda dentro de ellas, los casos concretos, quién está cumpliendo con sus obligaciones y quién no, para poder tomar medidas al respecto. Muchos me dicen es que el fraude está en los grandes contribuyentes. Ya, pero, ¿quién de ellos defrauda? Tráiganme la lista de quién debe, para que yo me entere, ¡porque el ministro tiene la obligación de saberlo!”.
“Hacienda no está para financiar actividades privadas”
“Ese conocimiento”, prosigue el titular de Hacienda, “me permite lanzar advertencias para que la gente pague sus deudas. El caso del cantautor que se queja de ser víctima de una operación política, oiga, vamos a ver, ¿es “político” que usted cree una sociedad instrumental en la que mete gastos del servicio doméstico, los coches, las casas, los estudios de los hijos en Londres…? Es mi obligación ser agresivo con quienes defraudan a Hacienda. Los clubes de fútbol, por ejemplo. Tengo que obligarles a cumplir y recordar lo que deben a la caja común; lo que yo no puedo decir es lo que debe el Sporting de Gijón. Nunca he dicho un nombre, jamás he mencionado a un contribuyente concreto. Y lo mismo los medios de comunicación: usted no puede venir a mi despacho a pedirme aplazamientos de pago, incluso de las retenciones de los salarios de la plantilla, y luego denunciar que hay mucho fraude en España. Es aquello de predicar y dar trigo. Hacienda no está para financiar actividades privadas; está para recaudar. Y sí, sé que esto desgasta mucho, que es muy impopular, pero es mi obligación, y gracias a que he cumplido con mi deber estamos logrando salir adelante”.
Salir adelante. Mariano Rajoy valora mucho la labor de Montoro, sus esfuerzos por cuadrar las cuentas, atendiendo las demandas de unas CC. AA. acostumbradas a gastar sin tino. Y sin coste político para los capos regionales. El presidente aprecia también el trabajo de Luis de Guindos como embajador exterior de nuestra Economía, pero presta especial atención a sus dos fieles escuderos, García Margallo y Cristóbal Montoro. La amistad personal que le une con este último, sin embargo, otorga al titular de Hacienda un protagonismo especial en este Gobierno. “Cristóbal está muy fuerte”, reconocen en Moncloa, “porque cuenta con la confianza de un Rajoy que sabe su contribución decisiva a la hora de superar la crisis económica”. Ministros para volver al crecimiento y la creación de empleo. Antes o después. Nadie, en cambio, para coger el toro por los cuernos de la atroz crisis política; nadie dispuesto a regenerar drásticamente este sistema corrompido sobre bases escrupulosamente democráticas, alejadas del populismo tercermundista. La situación política sigue como siempre: tan amenazante, tan paralizante como siempre, abocados como estamos a un año trascendental para las aspiraciones de los españoles que sueñan con una democracia digna de tal nombre. ¿A quién votar?

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