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domingo, 8 de febrero de 2015

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Un antiguo alumno de Juan Carlos Monedero en la Universidad Complutense, Diego Spottorno Vergara, relata la peculiar forma de dar clase del hoy dirigente de Podemos. Afirmaba que Peter Pan era una película contra el comunismo y El Rey León una herramienta del capitalismo

Hace casi una década del día en que le saludé por primera vez. Yo ya conocía la facultad pues aquel era mi segundo año en la misma y, he de reconocer, ya me había acostumbrado a pasar el día rodeado de basura, perros corriendo por los pasillos, botellones mañaneros, pintadas de apoyo a ETA y aquel incesante olor a marihuana que impregnaba cada esquina de ese edificio, pagado con el dinero de todos los contribuyentes.
Juan Carlos Monedero era un profesor conocido; muchos estudiantes le reían los chistes y le escuchaban con seriedad cuando hablaba de El Rey León como «herramienta del capitalismo contra el mundo árabe» o de Peter Pan como película destinada a «crear connotaciones negativas en la hoz comunista a través del garfio del malvado Capitán Hook» –obviaba el ilustre profesor que la novela de J.M Barrie fue escrita en 1904 y la hoz y el martillo se convirtieron en símbolos del comunismo en 1917–. El caso es que a Juan Carlos Monedero, si algo le hacía feliz, era ser escuchado y visto como el profesor moderno al que admirar por su condición de asesor del mismísimo Comandante Chávez –cargo que por aquel entonces no escondía– o por su actividad en el ala más radical de la IU de Gaspar Llamazares.

Transmitir odio


He de admitir que si bien el grado de vanidad y egocentrismo de mi nuevo profesor daba cierta vergüenza ajena, tras un curso y medio por los pasillos de Somosaguas yo ya estaba curado de espanto. Sin embargo, lo que sí me llamó la atención en él fue el grado de odio que era capaz de transmitir a sus alumnos, apoyado en el principio marxista de que «la razón ha existido siempre pero no siempre bajo una forma razonable». Hasta entonces, jamás había conocido alguien con una necesidad tan pasmosa de hacer distinciones entre buenos y malos, decentes e indecentes, ricos o pobres, pueblo o casta y, sobre todo, entre vencedores y vencidos.
El renombrado profesor decía ser, como se podría esperar de una persona con tal altura moral e intelectual, estricto a la hora de exigir la aplicación de sus principios en el día a día. Por ejemplo, Monedero decía sentirse orgulloso de ir en su pequeña moto a trabajar y criticaba a aquellos que ganaban grandes sueldos que «sólo una sociedad capitalista y malvada» era capaz de permitir mientras sectores de la población estaban en la más absoluta pobreza. Recuerdo aquella ocasión en la que, haciendo uso de su alto nivel de generosidad y conciencia de clase, nos aleccionó sobre la vergüenza que le daba trabajar en una facultad en la que «las señoras de la limpieza cobraban mucho menos que los profesores». Curiosamente, creo que fue durante aquella época cuando llevó a cabo sus trabajos de consultoría internacional que le hicieron ganar casi medio millón de euros por unos estudios que aún nadie ha visto sobre la moneda única en América Latina.

Contra los defraudadores


Por supuesto, el erudito de Monedero tenía también una marcada conciencia histórica y entendía que ciertos sectores de la sociedad teníamos que pagar por lo que «nuestros abuelos» habían perpetrado durante el Franquismo –sí, los míos también o así él entendía–. Y es que, para el bueno de Monedero, sólo habría justicia social cuando «las clases de abajo» hicieran pagar a los «defraudadores de arriba».
Hoy, nueve años después, la persecución ideológica que tuve que sufrir en esa pequeña sociedad gobernada por Podemos ha quedado bastante atrás. Hoy, nueve años después, el que ha demostrado ser un telepredicador de lucha de clases hundido en sus propias contradicciones es otro. Hoy, nueve años después, quién tiene que dar explicaciones –no por el franquismo ni por la guerra civil sino por presunto fraude a la hacienda pública– es otro. Hoy, nueve años después, y haciendo mías las palabras de Ortega cuando afirmaba que «el mayor crimen está ahora, no en los que matan, sino en los que no matan pero dejan matar» sólo espero que mi experiencia en aquel nido de radicalismo y falta de libertad liderado por Juan Carlos Monedero, ayude a que mi país no se convierta en un reflejo de las miserias que aquel insigne profesor implementaba en su parcelita de poder de Somosaguas y que, sin duda alguna, desearía reproducir en una España por la que siempre sintió bastante desprecio.
http://www.abc.es/espana/20150208/abci-leon-herramienta-capitalismo-201502080246.html

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